En los foros y comunidades de tecnología, se había desatado una tormenta de quejas dirigidas hacia ASUS, y en el centro de ella, estaba su servicio de garantía y reparación (RMA) para tarjetas gráficas. El descontento de los usuarios, que se había acumulado durante un tiempo, explotó con un caso particularmente indignante: una costosa tarjeta ROG RTX 4080 STRIX White Edition.
El dueño de la tarjeta, que había fallado, la envió a reparar. Sin embargo, lo que recibió de vuelta fue una prueba del descuido de la empresa subcontratada por ASUS en la República Checa. La tarjeta, que en su día fue un producto de alta gama, regresó con una reparación de baja calidad: se utilizó una pasta térmica deficiente, las almohadillas térmicas no se reemplazaron y el ensamblaje era tan malo que su rendimiento se vio severamente afectado.
La situación se hizo pública y la reputación de ASUS comenzó a resentirse. Consciente de la crisis, ASUS decidió finalmente responder. La compañía emitió un comunicado en el que reconocía sus fallos y se disculpaba por las malas prácticas. Acto seguido, prometió una serie de medidas para restaurar la confianza de sus usuarios. Se comprometieron a usar materiales de mejor calidad, como almohadillas térmicas de cambio de fase para las tarjetas de alta potencia y pastas térmicas de primera para las de menor potencia. Además, anunciaron que reforzarían la capacitación de su personal y auditarían continuamente sus procesos de reparación.
Ahora, la pregunta que todos se hacen es si estas promesas serán suficientes para sanar la herida en la confianza de los consumidores y si ASUS logrará recuperar el prestigio que alguna vez tuvo en el mercado de hardware.
